jueves

Puños de furia (aplicado a la autoayuda)

(abajo está la explicación, dele nomás y no se estrese)

Teníamos una profe en la U que nos volvía locos. Han pasado más o menos diez años desde que los de mi promoción la conocieron y ni uno solo la ha podido olvidar. Para los de promociones anteriores debe ser igual, sólo que ha pasado más tiempo. En fin.

La Miriam Teresita, como hemos dado en llamarla en estos tiempos, era una persona fuera de serie: su conocimiento acumulado podría llenar el universo conocido (por un valor dado de conocimiento de… bueno, ustedes me entienden) y todo eso en un empaque bastante pequeño, porque la profe era más bien bajita. Cosas de la física, bah. Lo que pasa es que todo ese increíble bagaje de datos iba sobre un tema y un tema only: el mundo clásico. Grecia, en especial. Durante varios semestres nuestras pesadillas, escalofríos repentinos y visiones de perdición protagonizadas

por el panteón griego eran patrocinadas por la Miriam y su método de enseñanza retroceder nunca, rendirse jamás que, a fuerza de puro y simple terror, nos grabó para siempre a nivel sub-cortical el respeto por los clásicos. Obviamente estoy exagerando, muchachos. Sufrimos, pero no tanto. ¿o será como el dolor de parto, que luego se olvida y una piensa que no fue tan malo, después de todo? Bueno, dejemos eso para la terapia.

¿Por qué me he vuelto a acordar de la Miriam? A ver: primero porque, hace un par de semanas, en la celebración de cumpleaños de un célebre bar quiteño, una amiga y yo buscábamos sitio para sentarnos y no encontramos más que un triste banquito.

- Compartamos, –me dijo ella-, cinco minutos vos y cinco minutos yo.

- Eso dijeron al comienzo de Los siete de Tebas y mira como fue a terminar la cosa –le respondí-.

Y me acordé de la Miriam, cómo no hacerlo.

Pero también porque anoche me fui a ver la película del Ávatar que tanto tiempo esperé. Aclaro: habrá sido muy linda y azulita y todo lo que se quiera, pero la película esa de James Cameron NO es la película del Ávatar, no para mí. Esperé años para ver The Legend of Aang, the Last Airbender y ESA es la peli del Ávatar, listo. Aunque ahora resulta que van a ser como cuatro ¿no? Ay, ya divagué de nuevo. Va otra vez: la peli del Ávatar, con Marco Antonio Solís como el tío de Zukko (el príncipe emo de la nación del fuego). Esa.



Dreadly Dragon of the West by *Blue-Ten on deviantART

Bueno, y estaba el maestro de agua que decía cosas como “el agua es el elemento que fluye y, por tanto, para bend (me olvidé cómo traducían eso, si alguien se acuerda… cáigasef con el dato) el agua, hay que dejar fluir las emociones, si importar donde nos puedan llevar…” y chorradas de ese estilo, que dicen los maestros en las películas (esa enseñanza le hubiera servido bastante al Jackie Chan del último Karate Kid).

Entonces, yo salí de la peli con varias ideas en la cabeza, a saber:

1- este soundtrack me lo consigo porque me lo consigo.

2- Los malos eran hindis y tb había chinitos, reblanquitos y una mezcla rara con latinos… pero al final todos eran chino-japoneses: kanjis en todo lado, puertas estilo templo japonés…

3- Y, en ese mismo tema, si la princesa de la nación norte del agua se llamaba Yue, entonces se llamaría Killa de ser producción ecuatoriana. Con esto de la identidad, you know.

4- la pasé de lo mejor, yo de ley vengo a verme las otras.

5- eso que decía el maestro de agua que se parecía un poco a G.K. Chesterton…

Y síf, al final es una chorrada tremenda y uno puede hacerse el sabido y decir cosas como “remedos occidentales de aproximación a la cosmovisión de oriente” y de hecho no faltan los que lo dicen, porque es bastante fácil repetir y repetir (para mí, el metalenguaje es una chorrada todavía peor que cualquiera que se oiga en una peli) pero, aunque duela, aquello de “dejar fluir como el agua” es tan verdad como la nariz en mi cara. Sorry, chicos intelectuales y poseros.

Dejar fluir, relajarse, estar abiertos a lo que traiga la vida, aceptar, dejar de una puta vez la etapa anal… crecer, en fin. Spike Spiegel lo decía, parafraseando a su gran maestro, Bruce Lee: el agua puede cambiar de forma constantemente y esquivar o vencer lo que sea necesario. Al mismo tiempo, nada puede vencer al agua: hasta las represas, eventualmente, acaban cediendo.

Yo añadiría que los humanos, con esa forma tan inteligente que tenemos de ser estúpidos, hemos logrado contaminar el agua asegurándonos un lindo Apocalipsis para cuando se acabe la que queda limpia.

Si Bruce Lee hubiera escrito un libro de autoayuda ¿cómo lo hubiera titulado? Se me ocurren algunas ideas, cada una más chévere que la otra (es que Bruce Lee era la esencia de la awesomeness), pero posiblemente repetiría esta idea en otras palabras (y en otro idioma, para empezar).

Pero da igual, porque la autoayuda apesta. La vida no es un libro sino lo que pasa mientras lees. No es una carrera, sino la forma en que el mundo da vueltas mientras te haces el importante estudiando. Uno puede adoptar actitudes y desarrollar mecanismos de defensa… hasta unirse a sectas o enloquecerse con las teorías de conspiración de moda, que lo que transcurre mientras tanto, afuera de la ventana, no es la vida de los demás sino la propia. Mientras no decida usté solito asomarse afuera del cascarón, no aprenderá nada ni aprovechará todas las cosas que están ahí para usté mesmo. Y ahí está: facilito de repetir, no tan facilito de entender ni practicar ¿quién dijo que las verdades tenían que venir en metalenguaje?

A final de cuentas, la Miriam sí nos acabó dando un poquito de pena: era enormemente inteligente pero tan cerrada que iba por ahí con los ojos totalmente cerrados a lo que pudiera decirle el mundo. Ella nos dijo un par de veces que tenía un sentido del humor bastante más elevado que el del común, pero lo mejor fue verla maravillada la primera vez que un par de compañeros le hicieron escuchar el Edipo de Tebas de Les luthiers. ¡Más vale tarde que nunca!

Ah, una última cosa: si usté quiere abrirse a la vida, primero vacíese de las ideas que tenga al respecto. Por si no me haya entendido, las cosas no se estudian: se viven. No vaya a ser de los que se obsesionan tanto con abrirse a la vida que no se abren a la vida por estar pensando en abrirse a la vida, ya me entiende usté. Le agradezco mucho al maestro Ray Bradbury por tocar este tema tan bellamente en Dandelion Wine y a los que no lo conocen les digo: ¿QUÉ SE HACEN LOS SABIDÍSIMOS ENTONCES? VAYAN A BUSCARLO Y LÉANLO YA MISMO, CARAJO. Jejeje.

1 comentario:

andrevillamil dijo...

Qué cosa ahhhhh!!!
Me encanta! Realmente HUBO algo que se conectó la semana anterior (sincronicidad, que cierto ando leyendo el libro) porque pensaba en lo mismo.
Ahora que lo veo en tu blog, lo reafirmo...
LA VIDA ESTA AQUI, LA VIDA ES ESTE RATO (no digo "es ahora" xq suena a propaganda de tarjeta de crédito y demás autoyuda barata).
Qué buena vida dicen todas mis voces a coro, Qué buena vida!