sábado

Este post no debería existir...

Pero eziste, porque el shock del descubrimiento me hizo pensarlo y escribirlo. En caso de que algún fálico vaya a leerlo (que no creo: por regla general, los fálicos no leen blogs a menos que tengan uno y entonces sólo leen ese), ACLARO:

De la misma manera que cuando hablo de quiteños no estoy hablando de los quieteños y cuando hablo de rubias no estoy hablando de las rubias (es decir, exigo de las personas que leen esto una cierta capacidad de crítica y asociación), si en este post hablo de la forma masculina no estoy hablando de los hombres, sólo del horrible extremo al que se llega pensando con el glande. De igual manera, si hablo de la forma femenina, estoy hablando de lo que, espero, tengamos todos adentro y que lleva a algunos al budismo (y a otros al suicidio). Pero cuando digo "los hombres", sorry very mucho, estoy, sí, hablando de los hombres.

Lo siento chicos, a veces pueden ser un asco de gente. Y yo soy una maldita cínica amargada y frustrada, pero igual los quiero mucho, por eso he elegido la debilidad y trato de permanecer en ella.

Without further ado, allá va:

Feniletilamina: this means WAR.

A lo largo de nuestra magnífica historia como género humano, hemos probado tener a nuestro alcance dos escuelas principales de pensamiento y acción: la forma masculina y la forma femenina de hacer las cosas. La forma masculina, cuando los líderes (y en este caso me refiero a la gente que toma las decisiones importantes) han sido gente equilibrada y feliz, se ha caracterizado por ser justa y predominantemente racional. El 90% restante de las ocasiones, cuando la gente a cargo han sido cobardes y enceguecidos retrasados emocionales, hemos dado con el familiar “mi pipí es más grande que el tuyo, mi pistola es más grande que la tuya, mi país/cuidad-estado/monarquía/imperio/tribu/feudo/equipo de fútbol es más fuerte que el tuyo, mi ejército mata más gente que el tuyo, mis científicos llegan a la luna más rápido que los tuyos, mi papá gana más que el tuyo, etc.” con el resultado consabido.

La forma femenina ha sido casi siempre una mezcla incomprensible de fuerte y débil. Incomprensible, pero definitivamente benéfica, porque todavía las mujeres no se han puesto a comparar quién tiene una vagina más grande para elegir la que manda. Por esta razón, creo que si la forma femenina de hacer las cosas predominara seríamos muchos menos y todos habríamos pasado por la escuela. No habríamos llegado a la luna todavía, eso sí. Por cierto, no creo que haga falta decirlo: cuando digo “fuerte” me refiero, en este caso, a fortaleza y no a fuerza. La diferencia entre fuerza y fortaleza es la misma que hay entre un meteorito y una montaña. You do the math.

Ah, y cuando digo “débil” me refiero a ese tipo de debilidad a la que no se atreven los que se creen fuertes: abre los brazos, se aproxima lenta y calmadamente, no ofrece objetos cortopunzantes que sí aun taza de té y una buena charla. A la larga, el confrontado, se supone, abre los ojos a toda una serie de razones por las que la paz es siempre la mejor idea. Se supone. Supone una.

Claro que esto choca de cierta forma con la idea fálica de que la gente importante es aquella que puede “patearte el trasero” (para ponerlo en lengua norteamericana) y no la gente que está siendo amable y considerada contigo. Esos tienen un pipí más pequeño, por eso son así, it stands to reason.

¿Se puede combatir esta manera de hacer las cosas que parece haber sido pensada, precisamente, con el pipí y por tanto a todas luces es la más estúpida y aún así la predominante en el mundo actual? Claro: se la puede enfrentar a más pensamiento high testosterona (ah, con que tienes un cañón grande? Yo tengo uno MÁS GRANDE! Say hello to my little friend, bang, bang, bang, silencio hasta el fin de los tiempos: nadie ha quedado en pie) o con los “28 días de armonía”. Modalidad fuerte: ok, se callan todos porque se está enfriando la cena! A lavarse manos y cara, a botar cañones y demás trastes a la basura y sentarse a la mesa! Vamos a comer todos y vamos a comer en paz o ya se enterarán lo que es bueno. Modalidad débil: A ver, somos todos gente racional, o eso se supone, así que váyanse calmando. Se les da un par de años para que se cansen y después les estamos esperando para comer. Ok, ya se han de dar cuenta de que están equivocados. Ok, la cagaron más pero nada es irremediable: pronto se quedarán sin cosas con las que atizarse y entonces le estamos esperando para comer. Ok, ya cánsense de tanta estupidez, cuando decidan crecer se les está esperando por acá, donde estamos dando el ejemplo, para comer, son bienvenidos pero vienen maduritos. Mientras tando, a fuerza de pura paciencia vamos a ir avanzando, una décima de milímetro cada mil años, pero siempre para adelante y siempre para todos.

¿Se puede, así mismo, combatir la forma femenina de actuar? Pero claro que sí, y de dos formas también porque cada ser humano tiene a las dos escuelas de pensamiento peleando dentro de sí. Enfrentados a la actitud femenina, los chicos se desconciertan y, de acuerdo con las enseñanzas del camino fálico, se cierran al diálogo (en este punto sólo puedo suponer: supongo que esto lo hacen por miedo y supongo también que este miedo tiene su raíz en que la no-agresión resulta sospechosa por no serles familiar como herramienta de diálogo). En fin: desconcierto, postura defensiva, se cierran canales de comunicación, se construye todo un imaginario sobre el sexo opuesto que incluya coloridos mitos relacionados con el ritual de apareamiento de la mantis religiosa. Las mujeres están en el mundo con dos propósitos: UNO, apoderarse de ti y, si les dejas, tomar el control total de tu vida para hacer de ella lo que se les antoje (este es un golpe bajo para la mayoría de hombre, pues ellos piensan que parapetarse sí se considera una vida), DOS, emascularte, arruinarte frente a tus amigos, chupar tu sangre, consumir tu alma y volverte… (escalofríos)… gay.

Obviamente, lo que acabo de describir es el pensamiento del cobarde enceguecido, el que, por lo general, funciona con la energía de su propio miedo. Muchos hombres parecen estar irremediablemente asustados de las mujeres, como si de pequeños papá les hubiera dado “la charla” y les hubiera incluido el dato de que el último punto en la agenda femenina es castrar a su pareja. Mi experiencia en lo sexual es casi totalmente nula, pese a que soy bastante paciente (mis actividades al respecto no se pueden medir en un calendario semanal o mensual, necesito uno anual, al menos hacer diez registros), pero este descubrimiento me ha sido inevitable. Y horrible. Pero explica mucho del proceder de algunos y un poco del proceder de todos. Comprender a Freíd tiene su precio y a mí, antes que haberlo pagado, me hubiera gustado nacer rubia y no tener preocupaciones fuera de mi apariencia personal.

Femenino vs. Femenino: razonamiento en lugar de necedad acaba siendo más efectivo cuando de resentimientos se trata. This is sad, no matter how you look at it. Tarde o temprano el poder de las palabras fue descubierto por los estudiosos y discípulos de la senda fálica y de aquí viene la creencia, bastante enraizada, de que las mujeres son manipuladoras, vengativas y no quieren más que destruir a cuanto hombre se cruce por su camino. O a tres kilómetros de su camino, no importa. Vade retro!

Si yo fuera una mujer bastante estúpida y no me importara cargarme la vida en nombre del resentimiento, ya habría echado mano de esta creencia masculina como lo que mismo es: poder. Supongo que, ya puestos, si juegas con esas reglas, puedes sembrar el terror todo lo que quieras. Eso si te gusta sembrar el terror, yo siempre he preferido una buena lectura.

Y personalmente estoy del lado de la debilidad. En gran parte porque sé que mi experiencia es igual a nada y la observación y el aprendizaje son lo más útil en estos casos, pero más que nada porque creo, con cada célula de mi cuerpo, que es el mejor camino. Aunque a veces se me acaba la paciencia y me arrollan las ganas de caminar por la senda fálica, armada con un hacha, y lo único que me detiene es la evidencia estadística: A lo largo de la historia, ningún intento de hacer razonar a una persona abriéndole un boquete en el cráneo y gritando por el agujero tus razones ha resultado exitoso.

¿Ya nada, no? A seguir con la paciencia y las manos abiertas. Milímetro a milímetro. En mil años, no podemos sino ganar.

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