Una y otra vez me he topado con el problema de las carpetas, por usar el eufemismo popular, y la falta de una entidad reguladora del tema que salvaguarde mi paz interior y mi unidad con el cosmos.
Ok, comienzo de nuevo.
Como lo muestra la grafica, no soy ninguna Helena de Troya, pero hay un fenómeno interesante que se da al llegar una a los treinta (que discutíamos hace poco con un par de amigos) y consiste en que de pronto se vuelve una atractiva o ellos quieren deporte o yo que sé. De pronto tienes a algunos chicos queriendo salir contigo y sin la menor intensión de escuchar lo que tu tengas que decir al respecto.
“Por favor dejen de fastidiarme, no estoy interesada” No parece ser una frase comprensible, porque cuando expreso algo muy similar en el facebook (y lo hago más o menos cada vez que alguien me manda alguna insinuación, directa o indirecta), la gente reacciona de tres maneras solamente: se ríe y te escribe cosas como “ya madura!” (lo que dice mucho de la madurez de quien opina) o “vaya ego descomunal que tienes” (lo que a mí me habla de algún ego herido a su vez), te acusa de tener corazón de piedra o, simplemente, ignora lo escrito y te sigue fastidiando.
¿Saben por qué digo a menudo que “no se reciben carpetas”? Porque no se reciben y punto.
No soy una reina de las nieves: extraño el contacto con otro ser humano y busco cariño como todo el mundo, pero esto muy desengañada del género masculino como para que en este momento la idea de empezar una relación no me provoque más que pereza. Además de, lo siento mucho, no encontrar nada de mi particular interés en la oferta.
En fin. Como el no recibir carpetas no ha funcionado, decido abrir mis horizontes y cambiar la estrategia. Se aceptan carpetas. Yastá. Favor consultar las bases en el siguiente post.
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